16 de junio de 2008

Una sombra en los tejados

Tras unos meses vagando de un lado a otro, MAX regresó a su viejo barrio del BORN en Barcelona. No recordaba gran cosa de todo aquel mundo que había dejado atrás, apenas unas caras borrosas y unas voces supuestamente familiares. Ni tan solo los olores le evocaban nada especial. Estaba acabado.

Quiso hacer memoria de todo lo vivido en este tiempo de ausencia, pero los recuerdos eran dolorosos y pronto desistió. No podía soportar la presión que suponía enfrentarse a ciertos detalles que le atormentaban día y noche. En ocasiones trataba de autoconvencerse que todo era fruto de sustancias nocivas que rondaban aún por su cerebro, ya se sabe, las noches locas que acaban pasando factura. Cuando recordaba ciertos detalles escabrosos corría en todas direcciones sin rumbo definido, cruzaba las calles a toda velocidad sin importarle los cláxon de los coches ni las ruedas que le habían llegado a arrancar la punta de su preciada cola.

Cuando recobraba el sentido estaba agotado, sudado y temboroso y con la lengua reseca. Sus pupilas estaban dilatadas hasta los mismísimos límites de la cara, suerte de los párpados que le sujetaban los ojos a la cabeza.

Sufría, y mucho…

En este estado fue como aterrizó en el BORN de nuevo. Espantando fantasmas del pasado y tratando de recobrar su identidad. Basta ya de amigos imaginarios, de vidas desperdiciadas y de tanto huir de uno mismo.

Si, había desperdiciado sus vidas, las siete. Llegó a pensar que realmente estaba muerto del todo. Se olía cada mañana para comprobar si se estaba descomponiendo, se mordía en las patas por el simple hecho de saberse vivo, de sentir dolor y reconocerse lejos de los muertos.

Pero se conocía muy bien, sabía que dentro suyo había algo que le empujaba a seguir hacia una dirección fija. Llevaba tiempo regresando de ningún sitio, en un viaje sin inicio estaba seguro de haber llegado al final del recorrido. Poco a poco estaba recobrando las fuerzas necesarias para encontrarse de nuevo. Sabía que todavía no era el momento, que debía esperar lamiendo sus heridas para reaparecer con muchas más energías de las que jamás había soñado tener.

La vida le cicatrizaba por dentro. Sentía unirse las fibras rotas por el dolor extremo. Recomponerse no es fácil, pero sabía que estaba en el buen camino y que cuando mostrara su pelaje lustrado a nadie le pasaría desapercibido. Si, sería duro pero estaba dispuesto a enterrar el pasado, a dejar definitivamente atrás todas aquellas muertes vividas anteriormente. Eso no eran vidas, eran lastres que estaba decidido a cortar, a dejar en la cuneta para siempre.

Si, MAX andaba de nuevo por el barrio. Agazapado esperaba pacientemente su momento mmentras reconocía el terreno.

...o para cambiar de aires para siempre.

2 comentarios:

Blackjoker dijo...

ESTA VIVOOOOO!!!! Y Vuelve a la carga! Si señor ese es Max.
Bienvenido a tu nueva casa Goto. Besos a todos

Norma dijo...

Miaaaaaaaaau!!!!