28 de enero de 2008

El duro retorno a la ciudad

En la sala de reuniones de la emisora se encuentran los gemelos Tarrès. Frankie esta usando un ordenador portátil para leer el informe redactado por Enrique, el abogado; Mientras, J.T. se entretiene jugando al cubo de Rubik; este último esta sentado con los pies encima de la mesa de unos diez metros de largo.


-Al parecer, durante nuestra ausencia, Kike M. ha hecho sus deberes con una eficiencia enfermiza. Tenemos a todo el personal que nos habíamos marcado para fin de año. La audiencia es más que notable a pesar de los problemas de programación. Y en lo tocante a la publicidad- teclea unos datos y sonríe.- hemos tenido beneficios. Es increíble.
Frankie cierra el ordenador y también pone los pies en la mesa.
-Creo que nos podemos felicitar de tenerlo como aliado.
-Sí. No me gustaría enfrentarme a él en un litigio.
J.T. mira el reloj enorme que hay colgado de la pared. Son las cuatro y media.
-Uffff... Espero que Beth sea puntual. Me muero de ganas de entregarle esto de una vez.-J.T. observa fijamente el sobre enorme que les entrego su tío Jaume.-Ojala no se entretenga para hablar con nadie y venga pronto.
-Quieres calmarte, J.T.. Recuerda que Tío Antonio nos pidió paciencia y calma, solo ella puede abrir el sobre y si quiere compartirlo con nosotros, bien. Si no lo hace, bueno... Pues tendremos que estar alerta para ayudarla por si pasa algo malo.
J.T. deja el cubo en la mesa, y se saca de un bolsillo del pantalón la carta de su tío Antonio para releerla por octava vez.
-No paro de pensar que todo esto es peligroso, pero no entiendo porque solo puede abrirlo ella y saber que oculta.
Frankie se pone de pie, paseándose por la sala hasta ponerse enfrente del ventanal. Desde ahí puede ver la calle estrecha que da acceso al edificio.
-Empiezo a creer que Antonio tenía miedo que nos entremetiéramos demasiado en cosas que no nos incumben, más allá de hacer nuestro papel de comparsa.-Se gira de espaldas al ventanal mirando fijamente a su hermano.- Somos muy impulsivos y no siempre nos pensamos en frío como afrontar los problemas. Beth nos necesita como apoyo y no como protagonistas de sus asuntos.
Frankie se sienta de nuevo con los pies en la mesa y toma el sobre con sus manos como si pudiera saber que contiene por su peso.
-Posiblemente, J.T., aquí dentro... - Levanta el sobre ante sus ojos pretendiendo atravesar el papel para ver su interior.- hay problemas con P mayúscula para Beth.
-Y de rebote para nosotros también habrá una ración. Eso seguro.
Alguien llama a la puerta débilmente, casi parece que sin fuerza. O quizá con miedo.
-Adelante.
Por la puerta aparece Pere, el nuevo administrativo. Parece nervioso.
-Esto... tenía a Beth al teléfono diciendo que no puede venir por que...
-Que ha pasado?- la voz de Frankie se nota tensa.
-Esta en la comisaría. Un tipo la ha empujado para robarle el bolso.
Los dos gemelos se levantan de un salto a la par que gritan un “Que?” de campeonato.
Los dos hermanos salen disparados hacía el ascensor. Seguidos de un Pere impresionado por la agilidad de sus jefes.
-Por que no nos ha llamado a uno de nuestros móviles?- espeta J.T.
-Esto... el móvil también ha “volado” y no recordaba los números. Por suerte, el de la emisora aparece en los anuncios que emitimos. Y para más suerte, la policía nos escucha bastante a menudo. Así que nos han llamado cuando Beth les ha contado de quién era prima.
El ascensor llega a la planta baja para dejar salir a dos hermanos al trote seguidos de un Pere asustado, que apenas puede seguir el ritmo de los gemelos.
-Se encuentra bien?- Dice un Frankie casi al borde de un ataque de rabia.
-Esta muy calmada, jamás había visto nada igual. El otro día a Neus, mi compañera de piso, también la atracaron, pero estaba hecha un flan. Claro que es lo más norm...
-Pere, ahora no hay tiempo puedes recordar en que comisaría esta?- De J.T. también habla con una voz de alguien muy furioso.
-Esta en la de calle Balmes con Granada del Pirineo.
-Pero como es que se ha cortado la línea?
Pere baja la mirada hacía el suelo como un niño pillado en falta.
-Eh... si supiera hacerlo no os hubiera avisado, es que Sandra estaba en el lavabo y yo no se como va lo de pasar llamadas. Lo siento, es culpa mía.
Los tres chicos han salido al exterior del edificio.
Frankie se gira hacia Pere con cara de ira. Su voz es muy amenazadora:
-Ahora mismo no tengo ganas ni tiempo de liarla, pero Sandra me va ha escuchar y tu Pere, no vuelvas hacer cosas que no son de tu competencia, entendido?
-Si Frankie. Perdona, yo solo...
Pero los dos hermanos ya han subido en su furgoneta aparcada delante de la radio.
Pere se queda atónito en medio de la calle. Esta petrificado. Jamás había visto a nadie que irradiara un aura de odio y rabia tan exagerada. Estaba temblando.
-Si sigues así, alguien te lanzará un euro a la cara creyendo que eres una estatua humana.
Pere reacciona y se da cuenta de que quién le habla es Lukas, el conserje.
-Que haces aquí?- pregunta Pere.
Lukas enseña el puro cigarrillo que lleva en su mano, mientras exhala una voluta de humo.
-Nada. Estoy relajándome un poco. Gustas?
-No. No fumo puros.
-Caray! Que mala leche se gastan esos dos, no?.
-Es normal, su prima ha sido atacada, como estarías tu?
-Si, puede que tengas razón. Pero no hace falta gritarte por ayudar a una compañera de trabajo. Pero siempre es igual: Los empleados reciben los palos de todo lo malo que ocurre en la vida de sus jefes. Es ley de vida, chaval.
Lukas apaga su purito.
-Bueno. Debo volver a la batalla de ganarme el jornal. Nos vemos dentro.

26 de enero de 2008

Duelo y Lágrimas (y III)



Si bien ya se encontraba de nuevo en Barcelona, su mente volvía una y otra vez a las mismas escenas acaecidas apenas hacía unas horas antes en el pueblo.

Habían estado mirándola desde su entrada en la iglesia, los cuchicheos y comadreos eran más que obvios. A pesar de todo, la razón y el miedo "al que dirán” habían logrado que Tía Adela despidiera a su amado Antonio con el respeto de todo el pueblo y sin ningún espectáculo indebido.

El cuerpo de Beth se estremece dentro de su cama, al recordar como el ataúd descendía hasta el fondo de la fosa.

Como era costumbre de aquellos lugares, a excepción de los más allegados, la gente del pueblo se quedó a las puertas del cementerio. Ahí si, pensó Beth, se dio rienda suelta a los comentarios y a las opiniones. Ahora podían hablar abiertamente de ella, por que nadie la defendería, y no se molestaba a la familia del difunto por que no estaba presente.

Beth acostada en su habitación, solo pensaba en su tío y en que cruel es la vida con las buenas personas. Adiós, Tío Antonio. Sus ojos cerrados mojaron las sábanas.Pero su mente seguía repasando los recuerdos del dia anterior.

En la visita en casa del difunto. Adela aprovechó el abrazo de despedida para susurrarle: " Cuando estes sola, mira en tu bolsillo.”

Al llegar a casa, se fue directa a su habitación. Dentro del bolsillo había una nota escrita con letra menuda:

“Esta madrugada, debes venir a casa. Sola. Que nadie te vea. He de hablarte de algo muy importante. Adela”.

Afortunadamente para Beth, su padre llevaba muchas noches sin dormir al lado de la cama de Antonio; Y este, al no poder estar una noche más con su querido amigo, perdió la batalla en contra de Morfeo.

Otro golpe de suerte hizo que llegará sin novedad hasta la casa de sus tíos adoptivos. Nadie la vio entrar.

Adela la esperaba con una taza de café para ella y un buen tazón de leche para su querida sobrina.

-Beth siento el misterio, pero debía confesarte algo. Tu tío jamás dudó de ti, sabes que se jugó la reputación por defenderte. Así era mi Toni, un hombre integro y de carta cabal. Daba su sangre al amigo que la pedia sin dudarlo. En tu caso, mi niña, hubiese dado la vida por saberte feliz. Para él eras la hija que el buen Dios no nos dio. Por eso me dijo que el día que faltará, yo debía protegerte como si él aun estuviera a tu lado.

-Tía Adela, se que Tío Antonio, lo hacía más por padre que por mí. En mi caso es cierto que las habladurías me afectaban un poco, pero a papá le era más duro. Por eso Tío Leandro me ofreció el piso de Gracia, para poner tierra de por medio. Si hubiera dependido de mi, me hubiera quedado a cuidar de mi padre, pero dijo que sería más sencillo estando lejos. Así no me vería humillada por el pueblo. En su momento lo consideré de cobardes, más tarde de gente débil, pero luego cuando hablé con Leandro, y supe la verdad, entendí: Temíais que el hijo del pastelero me encontrase. Y en una ciudad como Barcelona es fácil perderse. Sobretodo si no hay nada a tu nombre.

-Así es mi niña, todo esto fue idea de Leandro y de mi Antonio, él dijo que se encargaría de vigilar a la gente del pueblo, por si alguien descubría algo que no debía. Pero eso no es de lo que quería hablarte.

Las manos de Adela retorcían la servilleta como si se pudiera fusionar con sus palmas y desaparecer.

-Veras, cuando Antonio ingreso por segunda vez para extirparle el tumor, no llegaron ha abrirle debido a un ataque de fiebre. En ese estado empezó a delirar, y entre tonterías propias de esos momentos, dijo cosas sobre tu tío Leandro que me pusieron la carne de gallina.

La cara de Tía Adela estaba blanca. Beth se asustó.

-Adela estas bien. Tía Adela!

-Si niña, muy bien, pero recordar esas cosas... Debes tener cuidado hija, tu tío tenía muchos esqueletos en su armario y algunos colean todavía.

La mirada de su tía se dirigió a una foto antigua donde estaban: Antonio, Leandro,sus padres, Adela y un bebé que era ella misma con dos años.

-Antonio fue un gran amigo de tus padres y sobretodo de Leandro. Para nosotros, tu madre fue como la hermana pequeña a quién cuidar.

Cuando tu padre pidió la mano a tu abuelo, allá en Barcelona, Antonio intercedió por él, y de ahí nació un amistad que ha durado hasta... Hoy, en que mi Toni esta solo en ese...

Las lágrimas de Adela ahogaban su voz. Beth la abrazó llorando también.

-Tío Antonio no esta ahí, Adela, él esta con nosotros, siempre estará con nosotros, para darnos fuerzas y algún que otro coscorrón como cuando mis primos hacían de las suyas. Recuerdas.

Ambas lloraban y reían más por histerismo que por el recuerdo de momentos felices.

-Si. Así era mi hombre. Elisabeth, ten cuidado mi niña. No solo esta lo del hijo del pastelero, hay gente de peor calaña que te puede estar rondando por asuntos de Leandro. Tu padre no sabe nada y no he querido asustarlo. A tus primos es mejor no decirles nada. Todo se lo toman a la tremenda, y nunca sabes por donde van a liarla ni con que resultados. Así que lo siento pero estas sola y yo no puedo decirte gran cosa, excepto que Antonio estuvo mucho tiempo preparando cosas para que estuvieras protegida en todo momento.

-Cómo?

-Nunca me contó nada exacto para no implicarme y que nos os perjudicara con mis conocimientos. Deformación profesional: Jamás des información a quién no la sepa usar adecuadamente. Por eso me extraña que no haya dejado nada para ti.

-Que creías que me había dejado?

-Nada en concreto. No se... Un contacto de confianza o unos documentos. Incluso pensé que te dejaría esto.

Adela muestra a Beth una caja de madera noble. Beth sabe que es lo que contiene.

En el interior se encuentra la Beretta 92 de su querido tío.

18 de enero de 2008

Los secretos del conserje

Lukas contemplaba la recepción donde habría de pasar tantas horas en adelante. Si no fuera por la capa de polvo y las herramientas tiradas por todas partes apenas se notaría que habían pasado tantos años. No podía evitar acordarse de Erminio, el conserje que había cuando entró por primera vez en aquella emisora, tantos años atrás. Ahora ocuparía su garita y, lo realmente importante, su cuarto.

Erminio se encargaba de todo en la radio. Desde la recepción de las visitas hasta las chapuzas eléctricas. Debía estar disponible a todas horas y, por eso, vivía en un cuartucho justo al lado de su garita. Lukas recordaba la primera vez que Erminio le mostró sus dominios. Era un cuarto minúsculo que ocupaba casi por completo un catre cuyos muelles atravesaban el colchón, la ropa y cualquier parte del cuerpo que se recostara en él. Lo había comprobado varias veces ya que fue allí precisamente donde tuvo sus primeros escarceos amorosos. Erminio le dejaba la habitación cuando estaba haciendo recados o alguna chapucilla y él podía revolcarse tranquilamente con la secretaria del director, la sobrina del locutor de continuidad, la panadera de la esquina, la hija del locutor de continuidad, la florista del barrio, la esposa del locutor de continuidad... Aquel locutor erea una mina. Pero más lo era Erminio.

Enseguida se dio cuenta de la valía de aquel joven recadero y lo convirtió en su protegido. Lukas le echaba una mano en las chapuzas, repartía el correo, salía a comprar cuando se necesitaba algo con urgencia.., y siempre se las arreglaba para facilitarle las cosas a Erminio. Éste, a su vez, se ocupó de que Lukas fuera ascendiendo en la emisora. Nadie parecía darse cuenta de que existía, pero Erminio tenía mucho más poder del que se podía imaginar. Erminio tenía información. Lo sabía todo de todos, y utilizaba esa información con tal discreción que nadie notaba su mano tras las decisiones más importantes. Fue Erminio quien logró que despidieran al locutor de continuidad cuando estaba a punto de descubrir quién había dejado embarazada a su hija.., y a su sobrina. Y fue Erminio quien consiguió que no cuajara ninguno de sus sustitutos hasta que le ofrecieron el puesto, también con la ayuda de Erminio, al propio Lukas.

Y el secreto del éxito de Erminio, además de su discreción (y su enorme mala leche, por qué no decirle) se escondía en aquel cuarto en que pasaba las pocas horas de descanso. Lukas tardó unos meses en ganarse la confianza total de Erminio y sólo entonces empezó a descubrirle sus trucos. Las labores de mantenimiento le daban acceso a todo el edificio, incluida la red de pasadizos de servicio a los que sólo se podía acceder desde su cuarto. Un cuarto que Lukas se había encargado de proteger lo máximo posible de los paletas, logrando que renunciaran a su intención de rehacerlo por completo y se limitaran a repintar las paredes y barnizar el suelo de madera.

La idea original de los nuevos dueños era convertir aquel cuarto en un pequeño almacén. Ni se les había pasado por la cabeza que nadie quisiera vivir allí. Pero mientras negociaba su incorporación Lukas convenció al administrador o lo que fuera el hombre que lo atendió de la importancia de conservar aquel cuarto. Por un poquito más al mes, él mismo se encargaría del mantenimiento del edificio que llevaría a cabo algunas noches a la semana, para no molestar en las horas de más movimiento. Además podía ser útil si lo necesitaban durante las emisiones nocturnas. Lukas se guardó mucho de decir que dormiría allí todas las noches, fines de semana incluidos, porque no tenía otro sitio donde ir. Y así logró un alojamiento gratuito.

Lukas entró en su nuevo hogar. Habían puesto una cama nueva, cambiado las estanterías y sustituído el viejo armario por un mueble bajo sobre el que reposaba un televisor de 14 pulgadas y un equipo de música compacto. Él había pedido sólo una radio, pero el arquitecto dijo que así quedaba mejor. Era igual. Lo importante es que no habían tocado la salida del tubo de ventilación. Aquella rejilla móvil escondía una de las claves de su plan. Allí desenvocaban todos los tubos de ventilación que, tras años de un "cuidado mantenimiento", permitían escuchar con bastante claridad todo lo que se decía en el estudio principal y, lo más importante, en el despacho del director.

Seguramente haría falta mover unas cuantas rejillas para que el sistema funcionara bien, pero ahora no era lo que más impacientaba a Lukas. Se dirigió a la cama y la movió unos centímetros. Junto a la cabecera, en el lado de la pared, altunas tablas del suelo estaban sueltas. Erminio le había enseñado lo que ocultaba en ese hueco: algunas grabaciones de lo que escuchaba por la salida de ventilación que le habían permitido chantajear a más de un redactor molesto y, lo más importante, discos que había ido sustrayendo con el paso de los años y que en el mercado de coleccionistas debían valer una pequeña fortuna. Erminio había muerto atropellado bastantes años atrás. ¿Seguiría allí su valiosa colección?

7 de enero de 2008

Confesiones en Méjico



11:37 a.m., 10 de diciembre de 2007.
Hotel Hamilton Inn.
Las Haciendas, Chihuahua (Méjico).


-Desea algo más, señor?
-No, gracias. Hay alguna llamada para mí?
-No señor. No se apuré, si alguien le llama será el primero en saberlo.
El camarero se retira, mientras Amadeo apura su tequila reposado.
“Llevo ya una semana en este hotel sin obtener respuestas. Seguro que era un truco para sacarme de la ciudad. Pero ese hombre sabe el código que me permitirá terminar de descifrar el documento.”
Amadeo piensa en la situación. Mientras, sus manos hojean unas cuartillas llenas de cálculos. Aunque el misterioso hombre que le había dado la clave ya le advirtió, él nunca le hizo mucho caso.
“Recuerde querido amigo, que solo la mitad del escrito esta en esa clave. Si quiere saber más... Debe reservar una habitación en el hotel que le indicaremos en su momento por e-mail. ¿Por cierto, le gustan los tequilas muy cargados?.”
Le faltaba la parte más importante del documento. Es ahí donde Leandro había informado a los suyos de donde podrían encontrar aquello que solo ellos podían poseer. No. El secreto era de su abuelo y, por tanto, suyo.
-Llamada para el señor Burgués! Alguno de ustedes es el señor Burgués?
-Chico!
-¿El señor Burgués?
-Puede usar la cabina de recepción.
Amadeo casi vuela entre las mesas del comedor. Al llegar a recepción un botones le intercepta.
-Señor Burgués, por favor acompáñeme.
-Lo siento pero tengo una llamada en esper...
-Cierto, pero no en el hotel.
El botones señala hacía la puerta principal.
Amadeo puede ver aparcada en la salida, una limusina blanca con un chofer esperándole con la puerta abierta.

-Si no es molestia, acompáñame hasta allí. El chofer me ha dicho que su amo no es muy paciente. Por favor, señor.
Amadeo se seca el sudor que perla su frente y sale del hotel. Saluda al chofer que le aguanta la puerta. Este apenas mueve su cabeza en señal de saludo.
En el interior del coche espera un hombre de unos setenta u ochenta años, pelo canoso. El tipo es de un metro noventa de altura, complexión grande. Amadeo sospecha que en otros tiempos podría pasar por un atleta de élite. Su cara no refleja ningún tipo de sentimiento, aunque sus ojos muestran la mirada de alguien que se divierte.
Como un gato jugando con un gorrión.
-Bienvenido a Chihuahua, señor Burgués.- la voz parece de alguien más joven que ese hombre, pero sale de él. Y es la misma que habló por teléfono con él. Con la mano, el viejo de voz juvenil, se dirige a su chofer.
- Vamos, Eladio.
“Podría estar maquillado aparentando más, pero lo dudo. Sencillamente, este hombre es alguien que se cuida y se puede permitir lujos para ello.”
-Quién es usted? Cómo sabía la clave?
-Tómeselo con calma, amigo mío. Quiere tomar algo?
El hombre se mueve para abrir el mueble-bar. Al hacerlo un olor invade la mente de Amadeo. Es un olor familiar a perfume de mujer, pero no sabe de dónde procede.
La limusina recorre una carretera larga, la 16. Esta se dirige desde la ciudad de Chihuahua hasta la población Fresno. Justo en medio de la nada, el coche se detiene.
El viejo indica al conductor que salga.
Cuando el silencio parece ser el único ruido en el ambiente, el viejo empieza a reír.
-Disculpe estas precauciones, pero aquí no nos ve nadie y no hay cobertura. Eladio es un buen hombre pero su mente no es... tan cultivada para entender nada de lo que hablemos usted y yo.
Amadeo intenta decir algo, pero el anciano levanta una mano muy grande en señal de que no siga.
- Mi nombre es irrelevante. Lo que importa es que pronto en sus manos este lo que busca. Y yo puedo ayudarle.
Otra señal con la mano gigante.
-Mis motivos tampoco importan. Aunque usted tiene la fe suficiente para haber venido desde Barcelona hasta aquí. Pero sabe exactamente, que es lo que su abuelo quería arrebatar a Leandro Expósito Ferrugosa, señor Burgués?
Amadeo no dice nada. Cree que es una trampa, pero el anciano lee su mente.
-Oh, vamos! Cree que no sé lo que su abuelo perseguía? Le diré yo lo que esta buscando: La Reina del Valle.
Amadeo abre sus ojos como naranjas. Lo sabe todo. Ese viejo lo sabe.
-Dios! Quién es usted?
-Soy su guía, amigo mío. Y ahora le contaré la verdad de ese tesoro: Esta buscando el último episodio de la mejor radionovela de todos los tiempos. Pero no por su valor histórico o artístico. Querido Amadeo: Leandro, su abuelo y yo mismo éramos miembros de la Hermandad de La Pluma contra la Espada. Dicha hermandad fue fundada en 1905 por el claustro de la Universidad de Barcelona.
-Eso ya lo sé. Pero esos cuentos y su historia personal, no me son necesarios para mi búsqueda.
-Tal vez, pero puede que en ello encuentre datos para abrir la clave que esconde la grabación. Oh, si Amadeo Burgués, conozco la verdad que esconde la Reina, pero no su naturaleza. Y si me disculpas no hay tiempo. Esa hermandad se podría considerar como un precursor de los Think tank actuales. Su pensamiento era la de un movimiento de pensamientos y filosofías muy reformistas para lograr un país mejor para todos. A lo largo del siglo xx, esta asociación era un secreto a voces. Incluso logro sobrevivir a la Guerra Civil. Pero no a la Dictadura. En 1962 cuando Leandro, tu abuelo y yo ingresamos en la hermandad, ya había problemas. La policía política indagaba, por que los logros que se habían realizado empezaban a dar frutos. Al parecer, gracias a la colaboración de nuestra hermandad, el país llegó, a lo que los historiadores conocen como el periodo de la “Dicta blanda”. Pero los más conservadores no les gustan las innovaciones. Así que, ficharon un confidente que nos delató. La Hermandad cayó en desgracia y sus miembros fueron enviados a prisión o asesinados.
-Pero Leandro, mi abuelo y usted se salvaron. Como?
El anciano esta casi exhausto, pero su voz seguía sin mostrar emociones.
Tomó aire y continuó:
-Gracias a sus contactos,tu abuelo no tuvo problemas, era hijo de militar y marido de una aristócrata. Yo al ser un don nadie, tuve que huir a Méjico y no he vuelto a casa desde entonces. Aunque gracias a mis conocimientos no me ha ido nada mal.
Su mano señala la limusina. Amadeo sopesa la historia del anciano y piensa:
"En esta historia falla algo. Vamos a por la pregunta del millón."
-Y Leandro? ¿Como se salvo de la quema de brujas?
El viejo le mira y abre la ventanilla. Le hace una señal al chofer. Este vuelve al coche y una vez esta a bordo, sube el cristal que le aisla de los dos ocupantes de la parte de atrás.
El anciano vuelve a sonreir.
-Él era el topo. Subió como la espuma en el momento de ingresar en la hermandad. Cuando solicitó crear una emisora de radio para dar voz al pueblo, los hermanos la financiarón. Esta nació en 1968.
El chofer pone la limusina en marcha y la dirige al camino de vuelta.
"Bueno, bueno... este tío cree en brujas, seamos buenos y ayudémoslo a llegar al final de su cuento para que suelte la clave."
-¿Y la Reina del Valle? Por que es tan importante aún? Si esa Hermandad esta acabada y el país es una monarquía democrática y miembro de la comunidad europea. A que tanto bombo por ella?
El anciano cambia sus ojos graciosos por una mirada asesina que cambia en segundos por su mirar alegre. Su tono de voz es el del profesor que alecciona a un alumno.
-Esa radio novela era el modo de comunicarse con los todos los miembros, incluso con aquellos que estaban en el extranjero exiliados. Para ello se usaban claves enlazas en el guión. Pero a veces las "latas" de las grabaciones, no llegaban a Sud-América. Así, cuando se estaba grabando la última temporada de la serie, tu abuelo consiguió crear una productora mejicana para solucionar los problemas de distribución. Dicha productora es creada en 1969 con el nombre de Guaca en Mayo Productores. Esta empresa solo se dedicará a co-producir la parte final de la serie. El último episodio tenía que informar a todos que era hora de una revolución. Pero Leandro cambió los planes y denunció a todo el mundo a cambio de inmunidad. Pero esa cinta jamás se emitió ni se encontró. Aun hay gente que pueda quererla para fines poco honrosos.
-Interesante.- dice Amadeo, pero en su mente se forma la siguiente idea:
"Le daré carrete."
- Mi abuelo la quería para eliminar cualquier cosa que le vinculará a la hermandad. Murió con el miedo a que su nombre o sus negocios se mancharan con esas gilipolleces. Y usted cree que se la daré para que me haga chantaje?
Amadeo se ríe por dentro.
"Te pillé. Es muy bonito tu cuento, pero mi abuelo me advirtió. Esa cinta contiene las claves para sacar todo el dinero escondido en una cuenta secreta que la Hermandad tenía en Suiza, por si había malos tiempos. Pero no llegaron a tocarlos".
-Quiero la grabación, por que en ella hay las pruebas que me permitirán lavar mi nombre y poder volver a casa. Aun hay gente que me busca por creer que soy yo el topo.- sus ojos vuelven a cambiar por los de un asesino.- Y eso se paga muy caro.
Amadeo piensa... es una trampa, pero puede controlar la situación. El abuelo esta en peor condiciones para quedar manchado.
-Muy bien de acuerdo, acepto el trato. Ahora deme la otra mitad de documento y yo le devolveré su radio novela.
-No, no. Eso no funciona así. Va a tener ayuda. Tengo una persona infiltrada en la nueva emisora de Leandro. Y allí no esta, aunque vigila a esa gente por si descubre algo que pueda ayudarme, perdón, ayudarnos.
Amadeo vuelve a sorprenderse.
"La radio se cerró hacía treinta años.¿De que le hablaba este tío?
-¿Como ha dicho?
El anciano ríe de nuevo a pleno pulmón.
La limusina ha llegado al hotel, y el chofer abre la puerta para que Amadeo baje.
-No me diga que no se ha enterado? La radio de la Hermandad, ha renacido a manos de los herederos de Leandro. La WNCB esta en el aire. Y puede que esconda la verdad de La Reina del Valle.
La limusina blanca deja a un Amadeo perplejo en medio de la entrada del hotel.
"Hay que volver a Barcelona."