7 de enero de 2008

Confesiones en Méjico



11:37 a.m., 10 de diciembre de 2007.
Hotel Hamilton Inn.
Las Haciendas, Chihuahua (Méjico).


-Desea algo más, señor?
-No, gracias. Hay alguna llamada para mí?
-No señor. No se apuré, si alguien le llama será el primero en saberlo.
El camarero se retira, mientras Amadeo apura su tequila reposado.
“Llevo ya una semana en este hotel sin obtener respuestas. Seguro que era un truco para sacarme de la ciudad. Pero ese hombre sabe el código que me permitirá terminar de descifrar el documento.”
Amadeo piensa en la situación. Mientras, sus manos hojean unas cuartillas llenas de cálculos. Aunque el misterioso hombre que le había dado la clave ya le advirtió, él nunca le hizo mucho caso.
“Recuerde querido amigo, que solo la mitad del escrito esta en esa clave. Si quiere saber más... Debe reservar una habitación en el hotel que le indicaremos en su momento por e-mail. ¿Por cierto, le gustan los tequilas muy cargados?.”
Le faltaba la parte más importante del documento. Es ahí donde Leandro había informado a los suyos de donde podrían encontrar aquello que solo ellos podían poseer. No. El secreto era de su abuelo y, por tanto, suyo.
-Llamada para el señor Burgués! Alguno de ustedes es el señor Burgués?
-Chico!
-¿El señor Burgués?
-Puede usar la cabina de recepción.
Amadeo casi vuela entre las mesas del comedor. Al llegar a recepción un botones le intercepta.
-Señor Burgués, por favor acompáñeme.
-Lo siento pero tengo una llamada en esper...
-Cierto, pero no en el hotel.
El botones señala hacía la puerta principal.
Amadeo puede ver aparcada en la salida, una limusina blanca con un chofer esperándole con la puerta abierta.

-Si no es molestia, acompáñame hasta allí. El chofer me ha dicho que su amo no es muy paciente. Por favor, señor.
Amadeo se seca el sudor que perla su frente y sale del hotel. Saluda al chofer que le aguanta la puerta. Este apenas mueve su cabeza en señal de saludo.
En el interior del coche espera un hombre de unos setenta u ochenta años, pelo canoso. El tipo es de un metro noventa de altura, complexión grande. Amadeo sospecha que en otros tiempos podría pasar por un atleta de élite. Su cara no refleja ningún tipo de sentimiento, aunque sus ojos muestran la mirada de alguien que se divierte.
Como un gato jugando con un gorrión.
-Bienvenido a Chihuahua, señor Burgués.- la voz parece de alguien más joven que ese hombre, pero sale de él. Y es la misma que habló por teléfono con él. Con la mano, el viejo de voz juvenil, se dirige a su chofer.
- Vamos, Eladio.
“Podría estar maquillado aparentando más, pero lo dudo. Sencillamente, este hombre es alguien que se cuida y se puede permitir lujos para ello.”
-Quién es usted? Cómo sabía la clave?
-Tómeselo con calma, amigo mío. Quiere tomar algo?
El hombre se mueve para abrir el mueble-bar. Al hacerlo un olor invade la mente de Amadeo. Es un olor familiar a perfume de mujer, pero no sabe de dónde procede.
La limusina recorre una carretera larga, la 16. Esta se dirige desde la ciudad de Chihuahua hasta la población Fresno. Justo en medio de la nada, el coche se detiene.
El viejo indica al conductor que salga.
Cuando el silencio parece ser el único ruido en el ambiente, el viejo empieza a reír.
-Disculpe estas precauciones, pero aquí no nos ve nadie y no hay cobertura. Eladio es un buen hombre pero su mente no es... tan cultivada para entender nada de lo que hablemos usted y yo.
Amadeo intenta decir algo, pero el anciano levanta una mano muy grande en señal de que no siga.
- Mi nombre es irrelevante. Lo que importa es que pronto en sus manos este lo que busca. Y yo puedo ayudarle.
Otra señal con la mano gigante.
-Mis motivos tampoco importan. Aunque usted tiene la fe suficiente para haber venido desde Barcelona hasta aquí. Pero sabe exactamente, que es lo que su abuelo quería arrebatar a Leandro Expósito Ferrugosa, señor Burgués?
Amadeo no dice nada. Cree que es una trampa, pero el anciano lee su mente.
-Oh, vamos! Cree que no sé lo que su abuelo perseguía? Le diré yo lo que esta buscando: La Reina del Valle.
Amadeo abre sus ojos como naranjas. Lo sabe todo. Ese viejo lo sabe.
-Dios! Quién es usted?
-Soy su guía, amigo mío. Y ahora le contaré la verdad de ese tesoro: Esta buscando el último episodio de la mejor radionovela de todos los tiempos. Pero no por su valor histórico o artístico. Querido Amadeo: Leandro, su abuelo y yo mismo éramos miembros de la Hermandad de La Pluma contra la Espada. Dicha hermandad fue fundada en 1905 por el claustro de la Universidad de Barcelona.
-Eso ya lo sé. Pero esos cuentos y su historia personal, no me son necesarios para mi búsqueda.
-Tal vez, pero puede que en ello encuentre datos para abrir la clave que esconde la grabación. Oh, si Amadeo Burgués, conozco la verdad que esconde la Reina, pero no su naturaleza. Y si me disculpas no hay tiempo. Esa hermandad se podría considerar como un precursor de los Think tank actuales. Su pensamiento era la de un movimiento de pensamientos y filosofías muy reformistas para lograr un país mejor para todos. A lo largo del siglo xx, esta asociación era un secreto a voces. Incluso logro sobrevivir a la Guerra Civil. Pero no a la Dictadura. En 1962 cuando Leandro, tu abuelo y yo ingresamos en la hermandad, ya había problemas. La policía política indagaba, por que los logros que se habían realizado empezaban a dar frutos. Al parecer, gracias a la colaboración de nuestra hermandad, el país llegó, a lo que los historiadores conocen como el periodo de la “Dicta blanda”. Pero los más conservadores no les gustan las innovaciones. Así que, ficharon un confidente que nos delató. La Hermandad cayó en desgracia y sus miembros fueron enviados a prisión o asesinados.
-Pero Leandro, mi abuelo y usted se salvaron. Como?
El anciano esta casi exhausto, pero su voz seguía sin mostrar emociones.
Tomó aire y continuó:
-Gracias a sus contactos,tu abuelo no tuvo problemas, era hijo de militar y marido de una aristócrata. Yo al ser un don nadie, tuve que huir a Méjico y no he vuelto a casa desde entonces. Aunque gracias a mis conocimientos no me ha ido nada mal.
Su mano señala la limusina. Amadeo sopesa la historia del anciano y piensa:
"En esta historia falla algo. Vamos a por la pregunta del millón."
-Y Leandro? ¿Como se salvo de la quema de brujas?
El viejo le mira y abre la ventanilla. Le hace una señal al chofer. Este vuelve al coche y una vez esta a bordo, sube el cristal que le aisla de los dos ocupantes de la parte de atrás.
El anciano vuelve a sonreir.
-Él era el topo. Subió como la espuma en el momento de ingresar en la hermandad. Cuando solicitó crear una emisora de radio para dar voz al pueblo, los hermanos la financiarón. Esta nació en 1968.
El chofer pone la limusina en marcha y la dirige al camino de vuelta.
"Bueno, bueno... este tío cree en brujas, seamos buenos y ayudémoslo a llegar al final de su cuento para que suelte la clave."
-¿Y la Reina del Valle? Por que es tan importante aún? Si esa Hermandad esta acabada y el país es una monarquía democrática y miembro de la comunidad europea. A que tanto bombo por ella?
El anciano cambia sus ojos graciosos por una mirada asesina que cambia en segundos por su mirar alegre. Su tono de voz es el del profesor que alecciona a un alumno.
-Esa radio novela era el modo de comunicarse con los todos los miembros, incluso con aquellos que estaban en el extranjero exiliados. Para ello se usaban claves enlazas en el guión. Pero a veces las "latas" de las grabaciones, no llegaban a Sud-América. Así, cuando se estaba grabando la última temporada de la serie, tu abuelo consiguió crear una productora mejicana para solucionar los problemas de distribución. Dicha productora es creada en 1969 con el nombre de Guaca en Mayo Productores. Esta empresa solo se dedicará a co-producir la parte final de la serie. El último episodio tenía que informar a todos que era hora de una revolución. Pero Leandro cambió los planes y denunció a todo el mundo a cambio de inmunidad. Pero esa cinta jamás se emitió ni se encontró. Aun hay gente que pueda quererla para fines poco honrosos.
-Interesante.- dice Amadeo, pero en su mente se forma la siguiente idea:
"Le daré carrete."
- Mi abuelo la quería para eliminar cualquier cosa que le vinculará a la hermandad. Murió con el miedo a que su nombre o sus negocios se mancharan con esas gilipolleces. Y usted cree que se la daré para que me haga chantaje?
Amadeo se ríe por dentro.
"Te pillé. Es muy bonito tu cuento, pero mi abuelo me advirtió. Esa cinta contiene las claves para sacar todo el dinero escondido en una cuenta secreta que la Hermandad tenía en Suiza, por si había malos tiempos. Pero no llegaron a tocarlos".
-Quiero la grabación, por que en ella hay las pruebas que me permitirán lavar mi nombre y poder volver a casa. Aun hay gente que me busca por creer que soy yo el topo.- sus ojos vuelven a cambiar por los de un asesino.- Y eso se paga muy caro.
Amadeo piensa... es una trampa, pero puede controlar la situación. El abuelo esta en peor condiciones para quedar manchado.
-Muy bien de acuerdo, acepto el trato. Ahora deme la otra mitad de documento y yo le devolveré su radio novela.
-No, no. Eso no funciona así. Va a tener ayuda. Tengo una persona infiltrada en la nueva emisora de Leandro. Y allí no esta, aunque vigila a esa gente por si descubre algo que pueda ayudarme, perdón, ayudarnos.
Amadeo vuelve a sorprenderse.
"La radio se cerró hacía treinta años.¿De que le hablaba este tío?
-¿Como ha dicho?
El anciano ríe de nuevo a pleno pulmón.
La limusina ha llegado al hotel, y el chofer abre la puerta para que Amadeo baje.
-No me diga que no se ha enterado? La radio de la Hermandad, ha renacido a manos de los herederos de Leandro. La WNCB esta en el aire. Y puede que esconda la verdad de La Reina del Valle.
La limusina blanca deja a un Amadeo perplejo en medio de la entrada del hotel.
"Hay que volver a Barcelona."

1 comentario:

Juan Manuel dijo...

BJ: Te has pasado, chico... Así que nos vamos a México, y por lo que veo, no precisamente al "lindo y florido"... Lo le leído muy rápido, así que me lo voya tener que releer con calma, pero esta "movida" trascontinental es realmente fuerte... Entre hoy y mañana os enviaré un nuevo archivo recopilatorio...
Muchos saludos... y muchos líos!